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An. 2. Congr. Bras. Hispanistas Oct. 2002
Contradiccciones de un narrador: Martín Rivas
Laura Janina Hosiasson
USP
Pero lo que gritan las aves es lo que fundamentalmente grita el mundo: que hay que establecerse en una propiedad y en un matrimonio.
Raymond Williams, ''ciudad y campo'', 1973.
La novela Martín Rivas de Alberto Blest Gana1 es en Chile la novela romántico-realista del siglo XIX más conocida, más leída y más publicada. De la vasta producción de Blest Gana, que incluye crónicas de viaje, crítica, teatro y dieciocho novelas, ésta es sin duda no sólo la más famosa, sino la mejor muestra de su fuerza narrativa y donde aparecen vigorosamente formulados sus ''principios liberales'', como él mismo los define en la dedicatoria inicial. La obra está estructurada casi como una tesis sociológica cuyas premisas van siendo expuestas en largos comentarios del narrador que entrecortan la narrativa de la historia a lo largo del libro. La habilidad novelística garantiza una perfecta convivencia harmónica entre los cortes digresivos y el hilo siempre dinámico y vivaz de la historia narrada.
Si pudiéramos resumir el argumento de la historia de Martín Rivas en pocas líneas, tendríamos que focalizar la figura del protagonista cuyo nombre es el título y decir que se trata del relato de las peripecias del recién llegado a la capital, en 1850, proveniente de Copiapó (ciudad a 800 km al sur de Santiago), hasta que logra ingresar al mundo de la ''aristocracia del dinero'', casándose con la rica y hermosa heredera, Leonor. Ese es, podríamos decir, el esqueleto de la historia que se desarrolla en un año, desde julio de 1850 hasta octubre de 1851. Pero se equivoca quien piensa que este trayecto resultará tarea fácil para el provinciano Martín. La acción toma como palco de los acontecimientos la fracasada revolución liberal, en 1851, contra la gestión conservadora del presidente Manuel Montt, la gestación intelectual del levante, su preparación estratégica y finalmente el combate. Martín y su amigo Rafael desempeñan allí papeles de liderazgo y el enfrentamiento armado marcará el clímax de la historia. Servirá también para demostrar la índole idealista e irreprochable de Martín y su heroicidad mediocre, en el sentido como lo plantea Lúkacs, cuando se refiere a las novelas de Walter Scott. En efecto, Martín:
...posee una cierta inteligencia práctica, nunca extraordinaria, una cierta firmeza moral y decencia que llega en ocasiones a la disposición del autosacrificio, pero sin alcanzar jamás una pasión arrobadora ni tampoco una entusiasta dedicación a una gran causa. (LUKACS, 1977, p.32)
Y esas características se hacen más evidentes a medida que, por contigüidad, son contrastadas con el ímpetu, el coraje y la pasión política del compañero de universidad y amigo Rafael San Luis, éste sí verdadero héroe trágico cuyo fatídico final corrobora su existencia heroica.
Desde la segunda frase del libro se explicita que Martín Rivas es un 'outsider', un afuerino que nada combina con el ambiente de la ciudad adonde recién llega. Haciendo despliegue de una gran riqueza de detalles descriptivos sobre su atuendo, el narrador explicará que ''todo en aquel joven revelaba al provinciano que viene por primera vez a Santiago''(p.9). Desde sus primeros momentos en la capital, deberá enfrentar el menosprecio que provoca su ''triste catadura'' provinciana, el cual se manifiesta, en primer lugar, a través de la sonrisa burlona del criado que lo recibe ante el umbral de la mansión donde quedará hospedado en calidad de 'allegado'; luego serán las expresiones de escarnio con que los zapateros de la esquina lo harán deshechar la idea de comprarse unos botines de charol, con los que él pretendía hacer frente a la elegancia del insoportable Agustín, hermano afrancesado de la bella y rica Leonor. El mundo citadino con su fría acogida, se le hace hostil al recién llegado del campo. Le causa angustia, humillación, sensación de inferioridad y, al mismo tiempo, envidia y admiración pero en ningún momento rechazo. De hecho, su espíritu emprendedor y decidido, como el narrador se empeña en describirlo, servirá para que a lo largo de la novela, el protagonista logre transponer las barreras del círculo e ingresar triunfante, un año después, al seno de la familia de don Dámaso Encina, como yerno y socio.
La novela de Blest Gana va, sin embargo, muchísimo más allá que el argumento de núcleo típicamente romántico pueda llevar a suponer. Una de las razones es que la trama es puesta a funcionar en una llave realista, a través de un narrador altamente digresivo y cínico a cargo de descripciones y comentarios sobre los ambientes más heterogéneos que constituyen la Santiago de mediados del siglo XIX.
Prácticamente todos los ingredientes de la novela realista 'a la Balzac' están allí. Hay además citas y alusiones explícitas al novelista francés que atestiguan la asumida filiación de Blest Gana A lo largo de las casi 400 páginas vemos desfilar personajes de los más variados orígenes y niveles sociales cuyo punto de convergencia es Martín. La familia ''medio pelo'' de la señora Bernarda Cordero con su empecinado propósito de ascender de clase gracias a los arreglos matrimoniales para sus hijas, el aristócrata idealista 'venido a menos', el amanerado 'a la francesa', ignorante y fútil, la muchacha humilde abnegada y fiel, el arribista don Dámaso, casado por conveniencia, sofisticado en aparencia e irremediablemente ignorante.
La mirada del narrador de Martín Rivas nos muestra que el universo de la ciudad del siglo diecinueve en América Latina desplegaba ya su fuerza paradójica, antitética y dominante que se iría expandiendo en el futuro. Como anota Williams, a propósito de la ciudad de 1850, ''Las fuerzas objetivamente unificadoras y liberadoras eran vistas como parte de la misma actividad que contenía las fuerzas de amenaza, confusión y pérdida de identidad.''(WILLIAMS, 1973, p.200). Así, las digresiones del narrador aluden a una ciudad fascinante, de progreso liberal, capaz de aglutinar multitudes patrióticas frente a los festejos nacionales del dieciocho de setiembre, por ejemplo, pero aluden también a una ciudad de perdición, de fraudes, de informantes, de alcahuetes, de prostitutas.
Vale notar aquí que, a estos contrastes citadinos, corresponden contrastes y antítesis en todos los niveles de la novela. Al lado de la serie de evidentes oposiciones y paralelismos en el nivel de los personajes y de los ambientes descritos (como lo son los salones elegantes y el 'picholeo') se desarrolla también la figura ambigua y contradictoria del narrador. Creo que en este aspecto es donde reside gran parte de la fuerza y actualidad del libro. Conviene aclarar que Blest Gana tenía una idea muy nítida de la función que la literatura desempeñaba para él en la construcción de una nación progresista con una democracia liberal; esto lo declaró en varias oportunidades y lo desarrolló brevemente en su ensayo ''La literatura chilena'', de 1856. En este sentido, se entiende que las digresiones de la voz narrativa deban ser consideradas como proyecciones ideológicas, también contradictorias, del proprio escritor.
La primera e interesantísima intervención digresiva del narrador ocurre ya al inicio de la novela, donde explica que, en las ''viejas sociedades europeas,...lo que llaman aristocracia del dinero, jamás alcanza con su poder y su fausto a hacer olvidar enteramente la oscuridad de la cuna'' y que, en cambio en Chile, ''...todo va cediendo su puesto a la riqueza, la que ha hecho palidecer con su brillo el orgulloso desdén con que antes eran tratados los advenedizos sociales''. (p.15). En otras palabras, tenemos frente a nosotros, lectores, al autoproclamado narrador progresista y liberal sosteniendo aquí que la movilidad social significaría una degradación de las leyes sociales basadas en la alcurnia, el abolengo y la herencia familiar, la ''cuna'', en última instancia. Esta actitud clasista y conservadora que contrasta con sus posiciones decididamente liberales en lo que a política se refiere, surgirá en repetidas oportunidades a lo largo del relato. Conviene detenerse un poco en algunos de los episodios donde los comentarios del narrador muestran esta dinámica ambigua.
Uno de los momentos más notables y mejor logrados en la novela es la entrada de Martín, acompañado por su amigo Rafael San Luis, a la casa 'medio pelo' de la señora Bernarda Cordero, que vive con su hijo y sus dos hijas. El alto dominio descriptivo del narrador torna hilarias las situaciones que se van sucediendo en aquel 'antro de alcahuetería', donde todo es chabacano, afectado y donde los dos amigos son recibidos como galanes y pretendientes potenciales a la mano de las hijas. Hay en ese ambiente una total inhabilidad para imitar correctamente las 'buenas maneras' y, a pesar del esmero con que la efusiva doña Bernarda se esfuerza por 'estirar' sus modales, siempre da el tropezón final que la reduce a su condición de 'medio pelo'. El narrador efectúa entonces una interesante digresión sociológica para describir la categoría 'medio pelo', localizándola entre una clase que él denomina ''democracia'' y otra que él llama las buenas familias. La clase 'medio pelo' envidia y quiere copiar las costumbres de las buenas familias, a las cuales jamás logrará igualarse porque le falta 'cuna'. Cuando el enriquecimiento permite que eso ocurra, como es el caso de don Dámaso, estamos nuevamente frente a su idea de la degradación social que propicia la movilidad de clase. Por otro lado, la casa de doña Bernarda es también el palco de los picholeos, celebraciones donde ''hombres y mujeres acogen el licor con agrado'', fiestas, especies de carnavalizaciones de las buenas costumbres, donde las borracheras, la música y el baile propician un relajamiento general que en nada se parece a las justas medidas de los modales en las buenas familias.
Esta concepción social rígida, que se maneja con una idea congelada y estática de la estructura social, entra en contradicción con el espíritu liberal y progresista que se defiende en el nivel político. En otras palabras, por un lado se propone el cambio, el movimiento hacia un sistema políticamente más democrático y por el otro, se concibe una imagen estática e inmóvil de las estructuras de clase. Efectivamente, me parece que aquí reside una de las razones por las cuales para el crítico Jaime Concha resulta incomprensible ''el movimiento ambiguo de la novela'' (CONCHA, 1977, p.XXVIII). En realidad, sabemos que a medida que en la ciudad las leyes de herencia fueron siendo alteradas y a medida que la burguesía capitalista fue tomando su lugar de preponderancia, fue surgiendo un mercado matrimonial2 que dio lugar a un negocio en torno al cual se reunieron alcahuetes, proxenetas, acompañantes profesionales, guardianes de salones, libertinos, rameras, etc.
También en este sentido, el mismo narrador mantiene una actitud crítica y cínica en relación con la figura del primer arribista de éxito en la novela, que es don Dámaso Encina, y celebra al mismo tiempo, a lo largo de toda la novela, el empuje y la tenacidad con que el joven Martín, (''tipo, digno de imitarse, de los que consagran un culto inalterable a las nobles virtudes del corazón'', como se lo presenta en la dedicatoria del libro) logra ingresar finalmente a esa familia y a todo lo que ella representa. En efecto, desde las primeras páginas en el libro, se nos cuenta que don Dámaso ''era noble en Santiago por derecho pecuniario'' ya que siendo un simple dependiente de una casa de comercio en Valparaíso y viviendo de un escaso sueldo, se había casado ''más bien por especulación que por amor'' con la fea y adinerada heredera doña Engracia Núñez. Su herencia de treinta mil pesos habría ''inflamado'', según la cínica expresión del narrador, la pasión de Dámaso ''hasta el punto de hacerle solicitar la mano'' de la joven. El mismo personaje se inclina hacia el partido conservador motivado única y exclusivamente por una lógica inmediatista que el narrador, munido de humor e ironía, se esmera en reproducir de forma directa:
-Después de todo –le dijo a su mujer-, no les falta razón a estos ministeriales; qué há hecho jamás de bueno el partido liberal? Y no se equivocan al aconsejarme, porque en todas partes del mundo los hombres ricos están al lado de los gobiernos, como en Inglaterra, por ejemplo, todos los lores son ricos.
Hecha esta reflexión, se fue a acostar pensando en que con estas ideas era como más pronto ocuparía el asiento de senador en el Congreso de la República. (p.99)
La última frase del libro es justamente una descripción lapidaria de la índole de ese personaje: ''Pertenecía a la numerosa familia que una ingeniosa expresión califica con el nombre de tejedores honrados, en los cuales la falta de convicción se condecora con el título acatado de moderación.''(p. 388) Pero así y todo, Martín no sólo se casará con la hija de Dámaso (convenientemente por amor, ya que Leonor es bella) sino que asumirá también la totalidad de los negocios del suegro, poniendo aparentemente en jaque todas las premisas defendidas y elaboradas en los argumentos digresivos de la novela.
Sin embargo, la novela crece en su totalidad gracias a esa ambiguedad fundamental que la organiza y que posibilita una lectura desconfiada en relación a ese narrador cuyas soluciones narrativas conciliadoras denuncian en última instancia una postura cínica, como bien coloca Raymond Williams a respecto del teatro de la restauración en la Londres decimonónica:
Es imposible no manifestar cinismo ante (determinadas) situaciones, mientras el juego se juega, pero de todos modos ese cinismo nunca alcanza el punto de una renuncia a las ventajas por las cuales se está jugando; por ello justamente se trata de cinismo antes que de auténtica oposición (WILLIAMS, 1973, p.82)
BIBLIOGRAFIA
BLEST GANA, A. Martín Rivas. 5ª ed. Santiago: Zig-Zag, s/d. 388 p.
_______________. La literatura chilena. In: El jefe de familia y otras páginas. Santiago: Zig-Zag, 1856.
CONCHA, J. Prólogo. In: BLEST GANA, A. Martín Rivas. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1977. XXXIX p.
LUKACS, G. La novela histórica, México: Era, 1977.
WILLIAMS, R. Ciudad y campo. In: El campo y la ciudad. Barcelona: Paidós, 2001.
1 Todas las citas de la obra aparecen com número de página solamente. Los datos bibliográficos están al final del trabajo.
2 Tomo aquí las ideas que Raymond Williams elabora en su ensayo ''Ciudad y campo'', de 1973.